Ambos aseguraban recordar que esa estación de trenes no estaba allí la última vez. Ella decía que un viejo comercio de enmarcados había permanecido en ese sitio durante los últimos sesenta años, y él en cambio, juraba que en ese lugar estaba la casa de su abuela.
Lo que ninguno de los dos recordaba era a ese conductor borracho que en su auto rojo los había atropellado cuando se subió a la vereda a muy alta velocidad.
Al menos, no fueron conscientes del final.
ResponderEliminarY se fueron juntos.
Buen texto.
Un abrazo.
Woaww! El "giro del final" es de nota, inesperado, brutal! El cócktel q nos preparaste salió PERFECTO!
ResponderEliminarCómo me gusta leerte!!
Cuando tengas un huequito, te espero en GOTAS DE VIDA: Allá publiqué un micro y me encantaría saber tu opinión.. Tb me despido hasta la semana q viene, pq mañana acá hacemos puente..
Momentos Dulces, este fínde y abrazo enorme!
Gran microrrelato, (aunque parezca un oxímoron mi afirmación)felicitaciones. Esperemos que algún día, haya penas más severas para algunas bestias al volante que pululan por ahí.
ResponderEliminarAbrazo
Excelente micro, Dav!
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