Todos los viernes fallezco, ahogado en mi propia salud. aquella que me quitas, retienes y no me vuelves a dar.
Todos los jueves me mientes, te inclinas y prometes, lo intentas y no lo das. Es más fuerte.
Todos los miércoles llueve, adentro y de mi lado. La muerte no es, pero se le parece.
Callado aquí espero que hables. No hay fuerza ni don, ni precio que pague esta cruel maldición.
No escribas, no mandes ni plagies. No ruegues ni esperes. Enfrenta el ciclón.