El bebé comenzó a llorar. Había dormido un rato largo y la hora del almuerzo llegaba puntual. El bolso sobre la cama grande volvía a anunciar lo que ya se sabía, y la cuna en la misma habitación acrecentaba el dolor.
- Es su hora de comer -dijo-. Le preparo.
- Andá que vas a llegar tarde al trabajo, yo me ocupo.
Y comenzó a llorar.
Sentada en la silla del extremo de la mesa le contó que ya no podía más. Desbordada por la situación le pidió que se quedara, que no la abandonara en un momento como ese. Y aunque los dos sabían que "ese" momento no era el motivo, la situación se agravaba debido a la noticia. Le rogó que no se fuera, que le encontrara la vuelta al asunto, y que la ayudara. Que no había nadie que pudiera darle lo que él le daría en un tiempo como el que se avecinaba.
¿Y entonces...?
continuará...
Que momento.
ResponderEliminarque fuerte.
bien contado.
Un abrazo.
¿y que momento se avecina? nos tenes muy intrigados, tiranos un adelanto!!
ResponderEliminarVa lindo el escrito.
Un abrazo
¿Y entonces? Ufa, che, continúa la intriga. Abrazo!
ResponderEliminarChico, me tienes estresada... pero qué va a pasar?
ResponderEliminarUn besote