Así y todo, la situación no había sido gratis para él tampoco. Con casi cincuenta años y una carga genética desfavorable, debía cuidar su dieta y su cabeza. A él también le habían recomendado minimizar el stress. Pero quién pensaba en eso ahora. La mujer que amaba pasaba más horas en la cama de las que hubiera querido y con mucho esfuerzo se ocupaba de muy pocas cosas. Por temporadas volvía a trabajar, pero agradecía las épocas en las que se quedaba en casa ya que podía estar más cerca de los suyos.
El también quería vivir para ver crecer a su hijo. ¿Qué sería del bebé si le pasaba algo malo a los dos?.
No obstante, basándose en su principio de que se vive un día a la vez, miraba cada amanecer como un desafío.
Su refugio era la lectura. En su mesa de noche estaba Cada nuevo día. Ese libro de reflexiones diarias que había encontrado por causalidad en la última mudanza, cuando todo era tan difícil. Si bien no compartía ya el contexto en el que estaba escrito, sacaba lo que consideraba que era bueno para él y lo aplicaba a su vida.
Parecía mentira que en los últimos ocho años su vida hubiera cambiado tanto.
continuará...
Y si, la vida cambia. Y no te das cuenta.
ResponderEliminarSeguimos expectantes.
Saludos
Es increíble lo que uno es capaz de hacer y cambiar por los hijos, mucho más, de lo que uno se puede imaginar. Es una historia muy triste, pero va bien contada. Seguimos en espera. Un abrazo!!
ResponderEliminarYo quiero todos los capítulos ya!!!! Ayyyyyyyy, me falta paciencia... jejejej
ResponderEliminarUn besote
LA MEJOR ENSEÑANZA DEL DOLOR, ES EL APRENDIZAJE QUE NOS DEJA, PARA ENFRENTAR LO QUE VENDRÁ.
ResponderEliminarY SI ES CON ALGO DE FE, MEJOR.
SIGO ESPERANDO....
ABRAZOS QUERIDO DAVID